lunes, julio 12

consulta desde la via lactea


Para el Lector

Aunque estabas buscando algo más
en el espejo, no puedes evitarlos ¿o sí?
Las arrugas del sarcasmo, las patas de gallo del insomnio,
y la vista nublada de la indecisión,
y la voz silenciosa diciendo mira, qué hora es, y tu nombre, y por qué
no te acuestas
para que estés descansado mañana.
Entonces el sueño se enciende.
Y sin embargo, una esperanza distante te mantiene de pie. ¿Sigues de pie, o no?
Aunque es tarde ya y la pregunta que estabas
haciendo,
¿Quién soy yo?
se ha convertido en algo diferente.
¿Qué hay ahí?
¿Cómo ha dejado de protegerte
el táctil amnios del hábito? Retirado de ti mismo, no estás solo. No obstante cuando

te has ido,
no lo estás. Y la noche se descarga
a sí misma en colinas, en grava de río y remolinos, raíces
de mangle engrosándose alrededor de anzuelos de pesca perdidos. En la gasolinera

el anuncio del Pegaso se enciende y parpadea y se vuelve a encender
y músculos se crispan en las mandíbulas del despachador mientras que él tiene la vista fija en el garaje,
el código de una banda de tiempo en el pedazo de papel en su mano.
Mientras las estrellas brillan y la mesera sacude las migajas
del mantel, ¿sólo te estás abriendo de nuevo
a la lujuria para estar lleno con algo? ¿Qué es esto? A tu alrededor,


las innombrables, incontables cosas haciendo bullicio en silencio
absorben tu mirar en el preciso momento del contacto, en el instante crítico
cuando tu línea de visión, alzada del espejo y delicadamente bajada
de nuevo
dentro de un surco de la tierra que gira, se atora
y la apariencia se derrama como canción de rana.
Era yo, desde luego, siguiéndote cuando tu guiaste y cuando te quedaste atrás.
Cuánto tiempo nos tomó llegar aquí, a nosotros
que pertenecemos a éste tiempo en todos sus delgados pasajes y en

su totalidad. Solo déjame presionar mi boca en el reverso de tu mano
antes de que la muevas de mi cara.


Traducido con la colaboración de E.M.Test.

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